jueves, 19 de agosto de 2010

Sentimiento de ausencia o abandono, sufrida por un individuo.

Los pequeños polvos que se airean por la habitación se introducen lentamente por mis orificios nasales convirtiendo todo mi oscuro alrededor en un mundo irrealmente real que me hace olvidar todo lo que me rodea... Tumbado en mi cama rodeado de pequeños montruos rellenos de algodón y abofeteado por las ráfagas de incienso descanso mi mente dándola a conocer un nuevo y sabroso mundo de emociones: el mundo de la falsa felicidad, el mundo en el que nadie vive para los demás, sino que sólo se vive para morir en la más oscura de las soledades... pero aún así hoy necesito sentirme así: alejado de todo lo que necesito e involucrarme en este nuevo y despiadado mundo que me degusta lentamente.

[...] la guerra ha acabado con todo lo que alimentaba mi alma y ahora mismo me encuentro en una esquina, llorando como un pequeño niño asustado, mientras que mis piernas se doblan lentamente para dar lugar a una imagen reconocible por cualquier humano en este mundo... El frío hiela mis huesos y el silencio despide ese sórdido aliento que derrumba milímetro a milímetro las vigas que llevan soportando mi vida durante ya diecisiete pasados años... Al abrir los ojos puedo sentir como mis venas se hinchan, como mis brazos no responden a mis deseos, como, en general, mi cuerpo se escapa de mi propio alcance y se desploma por un barranco de placer inmediato y dolor.

Quizá mi réquiem esté aquí: bajo palabras, imágenes y música que nadie más puede disfrutar excepto yo.


MIEDO.

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Resquicio de nuestros gritos.