jueves, 16 de septiembre de 2010

3ª a la derecha; primer cajón, junto a las botellas de vino.

«Platero es pequeño, peludo, suave; tan blando por fuera, que se diría todo de algodón, que no tiene huesos. Sólo los espejos de azabache de sus ojos son duros cual dos escarabajos de cristal negro. Lo dejo suelto y se va al prado y acaricia tibiamente, rozandolas apenas, las florecillas rosas, celestes y gualdas. Lo llamo dulcemente: ¿Platero?, y viene a mi con un trotecillo alegre, que parece que se rie en no se que cascabeleo ideal.»

... hábilmente consigue huir de sus perseguidores pero una pregunta le ronda últimamente la cabeza: ¿Podrá huir siempre?. Tras relajar sus pasos ante la tranquilidad que la rodea, gira y dobla esquinas para perderse en sus propios pensamientos...
Tras pasar por calles desconocidas encuentra pinturas por las paredes con escritos que la recuerdan los tiempos en los que se encontraba en las duras y pequeñas rectangulares sillas de ese tan educado colegio... De repente, de un seco golpe se para, se arrodilla y, mirando a esas paredes, sus ojos dejan caer un pequeña lágrima que resbala por su mejilla, roja por la emoción, y que termina introduciéndose en sus labios haciendo así sentirla como en los antiguos tiempos...
Al llegar a casa busca intensamente los cuadernos de colores que adornaban su mesa en la infancia pero descubre que no están, mientras corre por ese pasillo que se alarga más y más va gritando a su madre por la localización de éstos... Cuando por fin llega delante de la figura materna ésta le responde calmada y sonriendo: ¿Acaso no te acuerdas de que los tiramos?
¿Tirados¿, ¡¿tirados?!. La piedra que en ese momento cayó sobre su cabeza no tenía dimensión alguna pero albergaba en su interior sentimientos de tristeza y añoranza... "Tirados" estaban aquellos cuadernos que ella siempre había prometido guardar, "tirados" en el viejo y agrio cubo de la basura llamado Olvido...

[...] ¡Álejate Tiempo!, decía mientras corría cruzando de esquina a esquina...




2 comentarios:

Resquicio de nuestros gritos.