martes, 14 de septiembre de 2010

Parabola.

El vuelo sin motor del aire que me rodea penetra lentamente por mis poros dándome una sensación impropia de mi ser, una sensación de satisfacción que hacía mucho que no se desplazaba por mi cuerpo... El ensordecedor sonido del silencio nocturno no hace nada más que acunar poco a poco todos los restos de la infancia que un día cubrió cada milímetro de estas paredes y el blanquecino colchón no hace nada más que tranquilizar mi asalvajada alma, parece que ese cuadrículado espacio es el único que consigue hacerlo...
"Parabola" suena al máximo volumen en mis oídos y en lo más profundo de mi corazón se escuchan los ecos de esos poderosos manteos musicales mientras que mis ojos miran, furtivamente, el techo del solitario cuadrículo en el que estoy inmerso... Quizá soñar con que saldré de aquí alguna vez es esperanzador pero el pensar que nunca podré hacerlo es un insufrible dolor, un dolor que aparece de vez en cuando en forma de ilusión para arruinar la poca confianza que me rodea.
A veces pienso que todo sería mejor sin mí pero el pensar que más gente puede creer lo que yo creo me avergüenza, me avergüenza ser algo que no soy, me avergüenza todo lo que no es real y sin duda... ésto, no es real.

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Resquicio de nuestros gritos.