miércoles, 1 de diciembre de 2010

Camas con monedas.

Corre por medio de las calle sin pensar, sólo corre sin mirar atrás, corre mientras los fantasma del pasado le acechan a sus espaldas... Se apoya en una y otra pared para coger velocidad pero a cada paso que da las paredes se estrechan y su mente se agota cada vez más de pensar en la felicidad que no siente. Salta y salta sin parar para conseguir salir de ese laberinto de horrores pero justo cuando cree caer en lo más profundo de esa selva de misterio, se incorpora con el cuerpo resudado en su cama de madera de la habitación de ese motel de mala muerte.

Pone la música a tope, se coloca en el sillón de tela roja roido por la podredumbre y las malas propinas y cierra los ojos... Un sórdido disparo retumba en el fondo de la piscina y en la habitación se encuentra su cuerpo, rodeado de miles de pequeños cristales y una antigua cámara que expulsa de su interior la obra de arte de toda una vida: su propia vida.

Horizonte sin frontera.

1 comentario:

  1. Es curioso,ayer tuve una pesadilla que se parecía a lo que cuentas en el texto.

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Resquicio de nuestros gritos.